lunes, 11 de enero de 2010

Historias de Castro: Eduardo Alfonso y Hernán



Vicente Orti

Fue D. Eduardo Alfonso y Hernán médico naturista, teosófico, escritor, conferenciante, mal violinista y peor pianista, según su propia definición, se conocía bien a sí mismo.
Nació en Madrid en 1894 / 1986.
Con orgullo explica que en 1919 ingresó en la Masonería.
Sus vivencias plurales.
Un personaje desconocido al que todos deberíamos conocer algo más.
Define: El Humorismo es consubstancial con mi alma, pero esto no resta ni un ápice histórico (y documentado) de los episodios que relato.

Una de las personas más admiradas por él, las que mayor influencia tuvieron sobre él, según sus reflexiones, fue Roso de Luna, de quien dice que es el Platón español.
La primera vez que le vi fue en su casa, confiesa Eduardo Alfonso. Como no vi ningún libro en su casa, como se esperaba de hombre tan erudito, al preguntarle por la biblioteca, me abrió un armario donde sólo había tres libros: “México a través de los siglos” de Chavero. La “Doctrina Secreta” de Blavatsky y “El Libro que mata a la muerte” de Mario Roso de Luna, es decir, del dueño de la casa al que fue a visitar.
Aquel hombre sabio, capaz de preparar una conferencia sobre cualquier tema en diez minutos, no pudo mostrarme más que una biblioteca casera de tres libros.
Eduardo Alfonso, descubrió varias estrellas, cuando periodistas, científicos y gente del saber acudieron a su conferencia para darles a conocer el descubrimiento, todos querían conocer su observatorio, sus equipos de trabajo……. Los llevó a la terraza de su casa y les indicó que lo hacía a simple vista.
Publicó un folleto con el título de: “El perjuicio de las drogas, vacunas y sueros”. El Colegio de Médicos de Madrid amenazó con retirarle el título. Él mismo dijo al Colegio, que no era necesario que le retirasen el título, porque yo mismo lo quemaría si este título no me daba derecho a pensar libremente.
Conoció a todos los prohombres de la época. El Dr. Gregorio Marañón, lo llamaba “el naturista”. Fue médico de Pablo Iglesias, en su última enfermedad.
Profesor y amigo suyo fue el Dr. Ruiz Ibarra, a quien el Colegio de Médicos de Madrid le obligó a quitar una placa que tenía puesta en la fachada de su consulta en la calle Fuencarral y que decía: “Dr. C. Ruiz Ibarra, Médico Naturista. Tratamiento sin medicamentos ni operaciones”. Tuvo que quitarla y cambiarla por otra que ponía: Dr. C. Ruiz Ibarra. Médico Fisiatra”.
En su extensa obra, valiente, inteligente, irónicamente define a decenas de ilustres personajes históricos y de su época.
Nuestra historia, el interés por este personaje, viajero por todo el mundo, conocedor de tierra patria, viajero incansable difundiendo su PROPAGANDA NATURISTA, pasó por Castro del Río, pueblo que le resultó interesante y digno de recordar en sus memorias, es quizás del único pueblo que realza de su periplo viajero.
Castro, era en aquel momento, que él no define claramente, debió de ser hacia el año 1919, en el que nuestro pueblo, cabeza de Partido Judicial, era famoso por su agricultura y sus movimientos políticos sindicales y lugar de paso obligado para todas las personas con cierta inquietud liberal.
…………Pero en Granada había poco movimiento naturista, a pesar de sus cientos de fuentes, caceras, albercas y estanques y enfilamos a tierras de Córdoba y Málaga donde nuestras ideas naturistas prosperan rápidamente.
Tras de breve estancia en Córdoba, nos dirigimos a Castro del Río, pueblo de 13.000 habitantes, bordeado por el río Guadajoz, cuyas riberas, asiento de riquísimas e innumerables huertas, producen una enorme cantidad de exquisitas frutas, sobre todo granadas.
Di una conferencia en Castro del Río, con el teatro lleno. El alcalde me favoreció amablemente y puso a mi disposición al Jefe de la Policía. Mucho le agradecí este rasgo, tratándose de que yo era un desconocido, pero la presencia de mi mujer, que me acompañaba y mi buena fe en mis trabajos, inspiraron confianza a todos. Dos médicos me escucharon. Terminada mi disertación tuve la satisfacción de no oír ni un solo aplauso; en cambio de entre la muchedumbre surgieron algunas voces de “mu agradecidos”. Este original comentario final a mi conferencia me satisfizo grandemente. Allí juntos, en un ambiente en que se habló de la salud y la vida, escucharon unidos por un momento la autoridad, los médicos y el pueblo.
Durante mi estancia en Castro del Río, vivimos en una huerta, en la que nos dio cariñosa hospitalidad mi amigo y cliente Antonio Pérez.
La gente de Castro (la musa popular castreña) se desbordó en coplas dedicadas al naturismo que fueron cantadas por las estudiantinas con música del “cuplé” “El Liberal”.

“Don Eduardo el naturista
lo lleva todo a la vista”.

“Los hortelanos de Castro
con esto “der” vegetal
han subido la cebolla
que es una barbaridad”.

“Las hortalizas
perdieron su valor
y piden un sentido
por una mala col”.

“También las “papas”
no se pueden comprar,
los pimientos y acelgas
¡tan caros como están!”

“Pero estas cosas
hay que “aburrir”
porque con esto hoy
no podemos vivir”

“Seremos vegetarianos
pero…ya no puede ser
porque “tos” los hortelanos
venden con gran interés”.

“También ha subido
el “cazón” a millón 1
garbanzos y habichuelas
y hasta el triste ”picón”. ) 2

(Estas coplas fueron publicadas en la revista “Acción Naturista” que dirigía el Dr. Casiano Ruiz Ibarra, en el núm. 22 del año 1920).


En Castro del Río, el principal propagandista del naturismo fue Pedro el Bueno, vendedor de Baratijas. (Conocido por nosotros en Castro, como “Periquillo el de los Pellejos -).
Tócole luego a Bujalance la oportunidad de mi visita. Las autoridades locales negaron el permiso para que yo diera una conferencia. Me creyeron anarquista porque yo hube visitado el centro obrero, donde me recibieron……

Tuve el gusto de visitar al médico inspector de Sanidad, Don José Transmollares, quien muy amablemente me demostró su conformidad con muchos de nuestros criterios. Cumpliendo su misión inspectora, mostró deseos de ver mi título, que yo le presenté con mucho gusto, así como mi carnet del Iltre. Colegio de Médicos de Madrid……..

1 Sin duda el autor de la letra ha creído que el “cazón” (pescado) estaba en el régimen vegetariano como el de los “viernes”.
2 Carbón de olivo.

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